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na ventaja o virtud de hacernos mayores e ir cumpliendo años, es que tengo la firme creencia de que poco a poco, la opinión o juicio de los demás hacia nosotros nos van importando cada vez menos. Sobre todo, cuando somos honestos con nosotros mismos y nos mostramos o expresamos tal y como somos, sin artificios ni “bienquedas”.

Una de mis intenciones al retomar Voorpret es precisamente esa, dejar de aparentar o intentar quedar bien con todo el mundo y ser más yo. “Mal quien le pese”. Hay fotos que me gustan y otras que no, hay fotógrafos/as que me gustan y otros/as que no, actitudes y personalidades que me gustan y otras que no. ¿Por qué íbamos a tener que ocultarlo? Pues por quedar bien.

Y quizás por ello, en un ejercicio de honestidad absoluta, quiero dedicar esta entrada a una persona que me enseñó, quizás de forma indirecta y sin pretenderlo, el valor de ser uno mismo, siempre.

Hoy os voy a hablar de Olatz Vázquez y no tanto de su obra, si no de su persona.

El pasado mes de Octubre salió a la venta su libro, Minbizia, una verdadera obra 100% ella y realizada gracias al trabajo de su pareja y su familia. Un libro que me costaba adquirir y que finalmente, junto a una amiga que también teníamos en común, decidimos regalarnos el uno al otro. “A ella esto le habría parecido gracioso y bonito”, me dijo Isis. Y así lo hicimos. Y aquí lo tengo, en mis manos. Qué bonito es, qué duro es. Bonito ver que su obra ahora recorra mundo, como siempre tuve claro que algún día pasaría, duro que la obra que recorra mundo sea esta y no la previa a su enfermedad, cuando fotografiaba lo que le apasionaba y no lo que le tocó. Aun así, y se lo he hecho saber personalmente a Urko, su pareja, me parece realmente bello que este libro esté hoy en las librerías. Ella así lo habría querido. De hecho, yo mismo le estuve ayudando a buscar editorial unos meses antes de que nos dejase con este gran vacío que ahora tenemos quienes la conocimos.

Foto Isis Bañó
Foto Isis Bañó

Vivimos en una sociedad individualista, somos WEIRD como diría Joseph Henrich en su libro “Las personas más raras del mundo”, y ahora, con el metaverso de las redes, a veces cuesta distinguir persona y personaje. A mi me la han colado y bien más de una vez, aunque igual si estamos atentos, nos la colarán menos veces. Esto también va de aprender. Y observar, mucho.

Hay que vender una idea, un personaje, algo afine al público al que queremos absorber (Y engañar). Puedes ser hipersensible.. Sí, eso ayuda, eso vende. Puedes ser super solidario/a, eso siempre va a quedar bien. Puedes ser artista ante todo y jamás caer en la prostitución monetaria, mis principios por delante, siempre, por supuesto, soy YO.

Ojo, y todo eso está bien, cuéntalo si quieres, explótalo, si lo eres.

Pero esta entrada tampoco va de su libro, como decía al principio, va de ella. Porque la fotografía no es solo fotos. La fotografía es un universo donde se juntan instantáneas, arte, artistas, historias, personalidades, psicología, vivencias, cervezas, zumos de piña y egos. La fotografía puede ser una vía para compartir y crecer o un medio para independizarse, aislarse y atizar. La fotografía puede ser una democracia o una dictadura, comunista o capitalista. Bendito universo. Cada una/o que se construya sus fronteras, si quiere. Yo de eso no he tenido nunca. Ella tampoco las tuvo. Olatz se alquiló un coche de su propia cuenta para que nuestro Workshop en Bustancillés, un pequeño pueblo cántabro, saliese adelante y nadie se quedase fuera y se recorrió casi 400km de noche para que la gente pudiese volver a Madrid y yo pudiese ahorrarme unos euros de alquiler por no devolverse a tiempo. Olatz, que ese evento ya empezó a sufrir los síntomas de su asquerosa enfermedad, no faltó en esos días a limpiar el espacio, ayudar a cocinar, a organizar, a recoger,… Y no era su misión. Pero daba igual porque para ella, como para mi, la fotografía no eran solo fotos, éramos nosotros, la fotografía es todo, es comunidad, ayudar y compartir.

Lo que más amaba de Olatz era precisamente que ese metaverso, a ella se la traía floja. Ella no necesitaba soplar lo que era o no era, porque todos lo veíamos a los 5 minutos de cualquier café en su compañía y porque luego, siempre actuaba como tal. Olatz SIEMPRE estuvo ahí para escucharme, ayudarme y apoyarme, siempre, sin esperar nada a cambio, sin la necesidad de que eso saliese a la luz, sin buscar ningún tipo de éxito o recompensa personal. Qué difícil es encontrar eso hoy en día, ¿No?

“Dime de qué presumes y te diré de que careces”. Deberíamos tatuarnos todos esa frase.

Olatz nunca presumió de nada, porque ella lo era todo.

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